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SARDINAS DE TRADING

23/04/2020 


En mitad de la fiebre del oro de Alaska de 1896 la comida era muy escasa porque los puertos estaban cerrados por el hielo. Tan dramática llegó a ser la situación, que las latas de sardinas que costaban 10 céntimos en Nueva York se vendían a precios cada vez mayores en los pueblos más remotos de Alaska: 1 dólar, 10 dólares, 30 dólares, 50 dólares...


Cuenta la leyenda que un día un hambriento minero pagó 100 dólares por una lata de las preciadas sardinas, pero al ir a comérselas descubrió que las sardinas estaban podridas. Lleno de ira se enfrentó al vendedor, que le gritó: “¡Qué has hecho insensato!, esas no eran sardinas para comer, eran sardinas de trading”.


En el mercado también existe esa tendencia a ver las acciones y los bonos como papelitos con los que hacer trading. Esta tendencia existe porque en el corto plazo los precios de esos activos se mueven mucho más de lo que se mueve el valor de lo que representan. Sin embargo, como vimos en nuestra trilogía de artículos usando canicas, esta no es la realidad.

 

¿Qué hacemos realmente cuando compramos un bono, una acción o un fondo de inversión?


Cuando compramos un bono cuando compramos un bono no estamos simplemente comprando un papel, estamos prestándole dinero a una empresa y lo que nos tiene que importar es cuánto nos paga la empresa por ello y si nos va a poder pagar o no.


Del mismo modo, cuando compramos una acción, estamos convirtiéndonos en socios de la empresa, por lo que cada vez que esa empresa gana dinero nosotros como socios estamos ganando dinero. Por ejemplo, si somos accionistas de McDonald’s, cada vez que McDonald’s vende una hamburguesa, nosotros nos beneficiamos.


Por último, si compramos un fondo de inversión, tampoco estamos comprando un papel, estamos comprando un conjunto de acciones y bonos elegidos por un gestor profesional.


Evidentemente en esta explicación estamos ignorando los movimientos en valoración de dichos activos, algo que, como ya explicamos en los artículos vinculados arriba, puede ser muy relevante para los resultados de nuestras inversiones.
Por ejemplo, alguien que comprara Microsoft en el año 2000 habría estado varios años sin ganar dinero pese a que la empresa seguía creciendo, debido a que la valoración a la que la compró fue muy alta.


No obstante, si invertimos periódicamente, como siempre recomendamos, la valoración obtenida no será ni la mejor ni la peor, estará entre medias, y nos permitirá beneficiarnos de los intereses de nuestros préstamos a empresas y gobiernos[1] y del crecimiento y los beneficios de nuestras participaciones en empresas[2].


No hay que dejar que los abultados movimientos de los mercados nos hagan perder de vista que nuestro objetivo es comprar activos para mantenerlos en el tiempo, no para especular como si fueran sardinas de trading.

 

 

[1] bonos

[2] acciones

 

 

 

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