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¿QUÉ ES UNA HIPOTECA Y SUS CARACTERÍSTICAS? DEFINICIÓN

 

Sin ningún género de dudas, las hipotecas constituyen uno de los productos estrella entre la diversidad que ofertan las entidades bancarias. Un producto por el que el banco concede al cliente un crédito a cambio de devolver el capital prestado, más intereses, en un plazo determinado. La garantía adicional, y que lo diferencia con el resto de los préstamos, es el inmueble adquirido. ¿Sabes qué implica firmar una hipoteca, su definición y cuáles son sus principales características? ¿Conoces los tipos de hipoteca que ofrece el sector bancario? En el post de hoy te explicamos lo que tienes que saber sobre las hipotecas, sus elementos básicos y los gastos asociados a la firma de un contrato hipotecario. ¡Comenzamos!

 

Hipoteca: definición y características

 

Según el Banco de España, una hipoteca es “un préstamo cuyo pago está garantizado por el valor de un inmueble”. Esto quiere decir que el receptor del crédito hipotecario (deudor) deja en garantía un bien (casa, terreno, local) al acreedor (banco). Dicho de otro modo, si el cliente no devolviese el capital prestado, el banco tendrá derecho a vender el inmueble para recuperar lo adeudado. A continuación, enumeramos algunas de las principales características de una hipoteca y sus componentes básicos.

 

• El primer elemento común a toda hipoteca es el capital, que no es otra cosa que el monto total que el banco presta al cliente. Lo normal es que el importe prestado sea menor al valor del bien dejado como garantía. De hecho, la financiación habitual no suele superar el 80% sobre el valor de compraventa.

 

• Los intereses suponen el cobro de un porcentaje sobre la deuda al receptor del préstamo hipotecario. Una tasa que cobra el banco por el hecho de adelantarnos el dinero. La tasa de interés puede ser en cuotas fijas o variables (existiendo también la modalidad mixta), dependiendo del tipo de hipoteca. Así, en el caso de tratarse de cuotas fijas, se paga mayor cantidad en concepto de intereses al comienzo del crédito, amortizando menos capital. Es un porcentaje fijo que no varía mientras dure el contrato. En el caso de las cuotas variables, lo que se amortiza de capital siempre es la misma. El interés lo fija el banco en base a un índice de referencia (Euribor) más un diferencial. Recuerda fijarte en la TAE que ofrece la entidad, ya que incluye intereses más comisiones y otros gastos.

 

• Después, como elemento común a las hipotecas, encontramos el plazo. El plazo de amortización constituye el tiempo en el que el deudor deberá devolver al banco el capital prestado. Aunque depende de las condiciones de la hipoteca y lo que pactemos con la entidad, el plazo de devolución más frecuente es de 30 años.

 

Estos son los tres elementos comunes a toda hipoteca, pero existen también otra serie de características habituales inherentes a la mayoría de los contratos hipotecarios. Sin ir más lejos, los gastos asociados, suponen algo que no debemos obviar antes de la firma del contrato. El IVA, por ejemplo, constituye una cantidad importante. Pero, además, existen gastos vinculados con una hipoteca como los de tasación, registro de la propiedad o gastos de notaría, entre otros, que hay que tener en cuenta.

 

Por último, cabe destacar que la única fuente contemplada es el contrato hipotecario y que este, a su vez, garantiza un derecho crediticio. Aquí, el elemento principal es el crédito en sí mismo; la hipoteca es un contrato que procura seguridad y ciertas garantías a la entidad concesionaria. Hasta aquí, todo lo que atañe a la hipoteca y su definición y aspectos clave, ahora vamos con los tipos.

 

Tipos de hipoteca

 

A la hora de confeccionar una clasificación de los distintos tipos de hipoteca, pueden emplearse diversos parámetros. El más común es el relativo al tipo de interés, donde encontramos hipotecas fijas, variables y mixtas.
Las hipotecas a tipo fijo son aquellas que aplican una tasa de interés que no varía mientras esté vigente el plazo hipotecario. Resultan atractivas para aquellos que prefieran saber el coste final de su vivienda desde el principio. Sabremos la cuota mensual a pagar y tendremos la seguridad de saber que es fija. Por su parte, las hipotecas a tipo variable aplican un interés que depende del valor del Euribor (sumando además el diferencial aplicado por el banco). Optando por esta modalidad, el incremento o reducción de la tasa se hará efectivo al momento de la revisión, que suele ser cada 6 meses. Podemos ver también que algunas hipotecas tienen una revisión anual. Mientras, las hipotecas mixtas combinan las dos modalidades anteriores. En este caso, durante un periodo pactado determinado el porcentaje varía en base al referencial, para pasar después a aplicarse un interés fijo.

 

Otra clasificación se haría en base al perfil de cliente para el que hayan sido diseñadas las hipotecas. Es decir, en función del cliente objetivo al que está dirigido el producto. Según esto, el mercado financiero ofrece hipotecas para jóvenes con algunas condiciones ventajosas frente a otras hipotecas. Lo más frecuente es que para optar a este tipo de productos el futuro hipotecado no supere los 35 años de edad. También podemos encontrar hipotecas para no-residentes, para los españoles que residen en el extranjero y que quieren adquirir una segunda residencia en España. Además, el sector bancario ofrece productos hipotecarios dirigidos a ciertos colectivos, como empleados de multinacionales, funcionarios y otros agrupados profesionales.