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LO QUE TOCA AHORA

08/04/2020

  

Nota: La expansión del coronavirus por todo el mundo no solo nos está encerrando en nuestras casas y está provocando estragos en todas las economías globales, sino que se está llevando muchas vidas y está obligando a actos heroicos a una parte de la población. Con todos ellos y con sus familiares están nuestros pensamientos y nuestros ánimos.


Desde el 24 de febrero hemos tenido, por un lado, dos de los seis peores días y la caída de 35% desde máximos más rápida de la historia de la bolsa americana, y por otro lado, su mejor semana desde la Gran Depresión.


Esto ha ocurrido porque el rango de escenarios que se contemplan es enorme y, como siempre suele ocurrir, el más atractivo intelectualmente es el más pesimista. El argumento de los más agoreros es que el virus nos va a hacer parar durante muchos meses y que el parón va a provocar quiebras de empresas y despidos, que a su vez van a provocar nuevas quiebras y despidos, y así sucesivamente.

 

¿Qué cosas no están teniendo en cuenta los más pesimistas?


No obstante, hay algunas cosas que esta gente más pesimista no está teniendo en cuenta y a las que se pueden agarrar los optimistas.

 

La primera es que hay miles de personas trabajando para encontrar un tratamiento que reduzca el número de casos graves y nos permita volver a la normalidad aun con el virus presente. Nunca ha habido un frente tan unido de personas tan preparadas luchando juntas contra un enemigo común.


La segunda es que, aunque no encontráramos una cura a tiempo, tampoco hay que subestimar la capacidad del ser humano para adaptarse a la adversidad y seguir viviendo. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial los habitantes de Londres siguieron haciendo su vida a pesar de que los bombardeos alemanes mataron a más de 40.000 personas.


La tercera es que ahora tenemos muchos mecanismos económicos diseñados específicamente para evitar que se vuelvan a producir las crisis del pasado: tenemos el Fondo de Garantía de Depósitos que nos permite estar tranquilos dejando nuestro dinero en el banco[1]; tenemos paro y sanidad pública que amortiguan la caída en caso de que nos toque vivir la adversidad[2]; y tenemos unos bancos centrales que actúan de manera mucho más decidida[3].


Hay que tener en cuenta también que esta vez el enemigo no son personas, sino que es un virus, y por eso hay bastante consenso político a nivel global en que se hará lo que haga falta[4] .


No nos engañemos, va a ser muy duro[5] , mucha gente está perdiendo su trabajo y los mercados pueden seguir bajando. No obstante, si las medidas que están aplicando y aplicarán los gobiernos consiguen mantener con vida la economía hasta que la despierten del coma en el que la han metido, el sufrimiento económico debería ser temporal en la mayoría de los casos[6].


Todo esto no nos aclara cuando reactivaremos la economía, pero si nos deja claro que se va a inyectar tanto dinero en el sistema que nuestra analogía con el Monopoly se va a quedar en un juego de niños.


Es como si tuviéramos una bañera a la que se le ha abierto un agujero por el que se está yendo el agua, pero también tuviéramos a los bomberos metiendo agua con mangueras y helicópteros. Ahora mismo no sabemos si sale más agua de la que entra, pero podemos estar seguros de que cuando cerremos el agujero, que lo cerraremos, los bomberos seguirán llenando la bañera incluso cuando el agua ya se esté desbordando, por si acaso.


Este enfoque es muy similar al de las guerras mundiales[7], donde las caídas iniciales en los mercados fueron abultadas, pero donde la inyección de dinero hizo que su recuperación fuera increíble pese a la destrucción.


La historia nos ha enseñado que, en esos momentos, pese a la volatilidad, pese a la incertidumbre, pese al miedo, hay que permanecer invertido en activos como la bolsa. Por eso, no vender y cuidarnos es lo que toca ahora.

 

 

[1] La quiebra de bancos y la desconfianza que eso generó fue una de las principales causas de la magnitud de la Gran Depresión.

[2] En la Gran Depresión no solo no había algunas de estas cosas, sino que el gobierno americano decidió equilibrar sus cuentas recortando gasto. Ahora está sucediendo todo lo contrario, porque han aprendido la lección.

[3] En solo dos semanas han implementado medidas que en 2008 se demoraron muchos meses.

[4] Aunque la respuesta puede variar mucho entre países y parece que en este frente EE. UU. va por delante de Europa y de España.

[5] Especialmente en países que dependen mucho del turismo como España.

[6] Hay que recordar que en Invertips hablamos siempre en términos globales y especialmente de EE. UU., que representa un 60% de la bolsa mundial.

[7] Algo que no debería extrañarnos dado que estamos en una guerra mundial contra el virus.

 

 

 

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