reloj de arena

 

 

UNA DUCHA DE AGUA FRÍA

17/10/2022

 

Ahí estás tú en la ducha, cantando y disfrutando del agua calentita, cuando alguien abre el grifo en la cocina y empiezas a congelarte. Si el grifo de la cocina lo han abierto sin saber que te estabas duchando o ha sido para fastidiar, no es algo en lo que tengamos que entrar aquí. Pero todos sabemos que ha sido para fastidiar. Siempre es para fastidiar.

El caso es que ahora te estás congelando, así que le das a la llave del agua caliente a tope para compensar. Lo haces, aunque sabes que esa solución es temporal. En breve vas a empezar a quemarte vivo y vas a darle a la llave del agua fría y volverás a congelarte. Así, hasta que vuelves al punto de equilibrio tras mucho sufrimiento.

Esta retroalimentación negativa es muy similar a lo que le está pasando a los bancos centrales. El covid abrió el grifo de la cocina y les hizo abrir el agua caliente a tope, con los riesgos que eso tenía. Ahora las consecuencias llegan en forma de inflación y los bancos centrales no tienen más remedio que cerrar el agua caliente y abrir la fría a tope, subiendo tipos de interés.

Y vaya si está fría la ducha. El Euribor ha subido desde -0,5% a principio de año a +2,6% a finales de septiembre. Esto va a doler y mucho a todos los españoles que tengan una hipoteca a tipo variable; que además, se traduzca en bajadas en el precio de las casas, está por ver[1].

 

¿Cómo afectan las subidas de tipos de interés a los bonos y a la bolsa?

 

Los mercados financieros no son ajenos a esto y por eso septiembre ha sido un mes para olvidar, tanto para la bolsa como para los bonos.

A principios de año mencionábamos que no podíamos asumir que las rentabilidades vividas en los últimos años eran sostenibles a largo plazo. Lo que no decíamos es que hay dos formas de tener rentabilidades más modestas: la aburrida y la dura.

En la versión aburrida, los mercados tienen rentabilidades modestas todos los años y nuestro patrimonio avanza poco a poco. En la versión dura, los mercados tienen unos años de rentabilidades muy negativas que sirven para ajustar las valoraciones y desde ese punto viven años de rentabilidades muy buenas.

Parece que toca vivir la versión dura. Lo bueno es que el dolor no es en vano. Para aquellos que todavía estamos ahorrando, el camino de las caídas es mejor a largo plazo[2].

No en términos de sufrimiento, pero sí en términos financieros, porque las caídas nos permiten comprar a mejores precios.

Por ejemplo, un bono español a 10 años[3] daba una rentabilidad anual de +0,70% a mediados de enero. Desde entonces ha caído un -19%, pero eso supone que desde aquí va a dar una rentabilidad anual de +3% hasta vencimiento[4]. Es decir, lo mismo que explicamos en “Importante el precio es, mi joven padawan”, pero al revés[5].

 

¿Y si no aguanto más y quiero vender?

 

No vendas. Salvo que de verdad necesites el dinero, no vendas. Según los estudios, el que vende ahora no vuelve a tocar los mercados financieros en 10 años.

Para no vender hay que aguantar y para aguantar lo mejor es no mirar. Hay un conocido estudio sobre unos niños a los que les ponían una chuche delante y les decían que si aguataban 15 minutos sin comérsela, les daban dos.

Lo que no suele comentarse sobre el estudio es que los niños que fueron capaces de aguantar fueron aquellos que se entretuvieron con otras cosas. Es difícil mirar una chuche durante 15 minutos y no comérsela, es inhumano. Lo mismo pasa con los mercados.

Las caídas en bolsa que estamos viviendo ahora son normales en los ciclos de los mercados, al menos más normales que los años sin caídas superiores al 5% que habíamos vivido últimamente. No debemos olvidar que estas caídas son el peaje que pagamos por obtener mejores rentabilidades a largo plazo que en un depósito.

Aun sabiendo esto y no mirando, es normal que más de uno nos pongamos nerviosos. Por eso, lo mejor es volver al pasado y leer lo que dijimos en caídas como las de marzo de 2020. Hacerlo ayuda a que nos demos cuenta de que los motivos de las caídas son siempre distintos, pero los sentimientos que despiertan en nosotros son siempre los mismos.

Os invitamos a apuntar estos sentimientos, porque cuando el mercado se recupere recordaremos estos momentos de forma distinta a como los estamos viviendo ahora. La lectura de esas notas nos ayudará a conocernos a nosotros mismos y eso nos permitirá saber cómo minimizar nuestro arrepentimiento futuro.

 

 

[1] Tendría sentido, pero depende de tantos otros factores adicionales que nadie puede predecir nada.

[2] Los peor parados son los que ya no están ahorrando, que no se benefician de esto y lo único que pueden hacer es aguantar.

[3] En concreto el que vence el 30 de abril de 2032.

[4] Desde que se emitió en enero de 2022 hasta vencimiento en 2032, la rentabilidad va a seguir siendo de +0,70% al año, aunque haya caído un -19% en los primeros 9 meses.

[5] En el caso de la bolsa esto es direccionalmente correcto, pero hay otros condicionantes. Por ejemplo, una empresa puede usar la alta valoración de sus acciones para emitir acciones y usar ese dinero para comprar cosas o viceversa. Ambos escenarios darían un resultado distinto al de rentabilidades modestas todos los años.

 

 

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